Me llama un poco la atención el hecho de necesitar escuchar seguido que nos quieren, casi como que si no nos lo dijeran implicara necesariamente que no nos quieren, pero como todos sabemos las palabras sin acción no son nada, más allá de que la comunicación se pueda entender como acción para ciertos autores, a los hechos me remito al decir que creo que a ningún ser humano le alcanza con las palabras llegado cierto momento.
La magia de demostrar amor sin embargo, no esta solo en decirlo y demostrarlo, no se engañen, sino de hacerlo sin resultar pesados y en la forma justa. Y allí la mayor complicación para la reafirmación y el complejo de los seres humanos… ¿es posible complacer a todos sin afectar nuestra psiquis??
Es posible ser menos complicados, dejar nuestros temores de lado y empezar a descubrir en las pequeñas acciones diarias el amor?
Por más lindo que es escuchar que no s quieren, recibir una flor o una carta, también es importante saber ver en lo cotidiano el esfuerzo que requiere mantener viva la llama del amor. Desde decir “te quiero” ,”te amo” o “te extraño”, hasta darnos cuenta cuando alguien nos tiene en cuenta para tomar mates, llorar en nuestro hombro y reír juntos. Es esa, para mí, la verdadera y constante reafirmación del amor… solo es cuestión de poder ver el elefante…
Cuando tenía seis años, vi una vez un extraordinario dibujo en un libro que trataba sobre el Bosque Virgen, llamado "Historias Vividas". La lámina expresaba nada menos que una serpiente boa tragándose a una fiera.
El libro decía: "Las serpientes boas capturan a sus presas y las tragan enteras, sin masticarlas. Esto, no les permite moverse y duermen durante los seis largos meses en que transcurre la digestión." Es entonces que pensé mucho sobre las aventuras de la selva y un buen día, tomé un lápiz de color y logré mi dibujo número 1. Era así:

Decidí mostrar mi primera obra maestra a la gente grande, y pregunté si mi dibujo les asustaba.
-"Por qué nos asustaría un sombrero?"-, me respondían.
Pero mi dibujo, no representaba en verdad a un sombrero. Expresaba una serpiente boa que había tragado a un elefante.
Decidí entonces dibujar el interior de la serpiente boa a fin de que los adultos comprendieran, ya que siempre necesitan explicaciones. Así quedó logrado mi dibujo número 2:

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